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domingo, 5 de abril de 2009

Aquellas maravillosas Enciclopedias


Hace un par de días, tropecé con un interesante artículo de Enrique Dans donde nos comentaba que Microsoft ha tomado la decisión de suspender la comercialización de la enciclopedia multimedia Encarta, así como la historia de la misma, y al ir leyendo la entrada, empezaron a venirme varios recuerdos de mi relación con las enciclopedias en mi infancia.

En una época en la que no existían ni el CD, ni el DVD, ni muchísimo menos los PC´s con su Word a la cabeza, los niños nos las teníamos que ingeniar de muchas maneras para presentar unos “decentes” trabajos escolares.

Una buena enciclopedia era un elemento esencial de todo hogar que tuviera niños en edad escolar, existían tres alternativas en aquella época, la Espasa, la Larousse, y la Salvat, nos olvidamos de la Británica, que aunque era la más extensa y completa, su precio estaba al alcance de muy pocas familias.

Mi primer contacto con el entonces fascinante mundo de las enciclopedias fue a través de “Mi Primer Sopena”, un diccionario ilustrado que los entonces niños de los 70, mirábamos una y otra vez los excelentes dibujos que se nos mostraban, “vale la pena tener un Sopena”, decía el slogan, y la verdad es que aunque para niños era un diccionario bastante completo y educativo.

Mi padre, hombre previsor como es él, fue coleccionando unos fascículos que se ponían a la venta todas las semanas de la gran enciclopedia Monitor de Salvat, mes a mes e incluso año a año, fue recopilando los 12 tomos, de tal manera que cuando empecé a necesitarla, tenía ya en mis manos toda la colección completa.

Posteriormente añadiría a mi colección, Maravillas del Mundo Animal de Walt Disney e Historias de la Humanidad de Planeta, estas mas especificas para realizar trabajos de ciencias o de Historia pero que también cumplían su papel.

Con mis enciclopedias y con un buen atlas geográfico podía hacer frente a cualquier reto que el profesor de turno me planteara; un trabajo sobre la constitución de las 13 colonias en EE.UU., o un trabajo sobre nuestra guerra de la independencia, o sobre la carrera espacial, o sobre la guerra fría, daba igual no había ningún problema yo tenía mi Monitor con el lograba la “inspiración” necesaria para realizarlo y solventarlo, e incluso con buena nota.

A veces tenía que pintar un cuadro para el profesor de dibujo, todo un reto para mí, dado que no se me concedieron cualidades artísticas, pero tampoco era problema, colocaba un papel de calco en la fotografía elegida de nuestra enciclopedia y “reproducía” milimétricamente la misma, con una exactitud que para sí la quisieran famosos falsificadores de obras de arte.

El papel de estas enciclopedias en la enseñanza de los niños de hoy en día se fue perdiendo, las sucesivas ediciones de Encarta, e imitadores acabaron con muchas de ellas, en un Dvd tenias una información más completa y actual que varias enciclopedias juntas y lo mejor de todo al alcance de un solo “click”. Encarta era menos decorativa que un montón de libros en una estantería pero más práctica.

La figura del típico vendedor de enciclopedias está en peligro de extinción, las editoriales tienen que publicar las cosas más variopintas, que si una colección de gemas, que si la casa de muñecas, construcciones varias, pero enciclopedias que yo sepa no siguen publicando, salvo alguna infantil y por su puesto “la Británica” que hay sigue sin inmutarse al paso del tiempo y los cambios en los gustos sociales.

Hoy todo es más fácil, aunque no sé si más exacto, cuando necesitamos información de cualquier índole, todos acudimos a la enciclopedia libre de la red Wikipedia, que de no cambiar mucho la situación actual, lleva camino de convertirse en la principal fuente de información para muchas generaciones venideras.

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