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domingo, 22 de febrero de 2009

Murcia El Carmen




En Murcia tenemos mucha suerte, podemos presumir de tener una estación de ferrocarril, tal y como nos la dejó en su visita inaugural la mismísima Reina Isabel II en el año 1862, vamos que tenemos una joya histórico-artística, y no nos damos cuenta y muchos empeñados en tirarla para construir una nueva, y poder acoger trenes de alta velocidad, menos mal que tenemos a nuestros políticos para salvaguardar nuestro patrimonio.


Pocas cosas han cambiado desde aquel 24 de octubre de 1862, salvo un horroroso paso subterráneo para acceder a los andenes 2 y 3, yo creo que tenemos los mismos bancos de espera de madera repintada, las mismas taquillas de venta de billetes (aunque les hayan colocado unas pantallas para la venta electrónica), la misma cantina, esa seguro que es la misma, donde nuestros abuelos se tomaban su copita de “anís del mono” para entrar en calor antes de coger el tren de las 7 de la mañana con destino a Madrid, el mismo suelo, ese suelo de granito con manchas, que ya no se veía ni en la casa de los Alcántara de la serie Cuéntame durante los años 70, la puerta verde del factor, con su pito y su bandera, los mismos tres andenes de siempre con sus traviesas ahora de cemento y antes de madera pero con las mismas vías, y el mismo letrero de toda la vida “Murcia El Carmen”, como si en la actualidad en Murcia tuviéramos otra estación, en fin, que os puedo contar, que la han dejado intacta, y es que nuestros políticos tanto los de aquí como los de allí , siempre se han empeñado en que un edificio tan singular como este, permaneciera inalterable con el paso de tiempo y a día de hoy puedo afirmar que lo han conseguido.


A una estación de época no podían faltar sus trenes de época para no desentonar con el conjunto histórico-artístico del entorno, podemos seguir presumiendo de que en Murcia no tenemos ni un solo kilómetro electrificado en toda la región pero es que ni falta que nos hace ya que eso nos permite seguir disfrutando de unos trenes en donde se pueden rodar remakes tan de moda en la actualidad de películas como:


“Asesinato en el Orient Express”, pues las siete horas que son las que se tardan en llegar a Barcelona son más que suficientes para que el famoso detective Hercules Poirot encuentre la solución del misterioso asesinato de Samuel Edward Ratchett.


En las cuatro horas que tardamos en llegar a Madrid el gran Henry Gondorff ha podido dejar sin blanca en la más famosa partida cinematográfica de póker, al temible gánster Doyle Lonnegan y con ello echar el cebo para posteriormente dar “El Golpe”.


Y con la velocidad de nuestros queridos trenes al coronel japonés Saito le sobraría tiempo para terminar de construir “El puente sobre el rió Kwai”.


Pero como todo no se puede tener en esta vida nos perderíamos un remake de “Extraños en un tren”, siete horas son demasiadas como para que al final de nuestro viaje y después de contarnos con el vecino de al lado, nuestra vida y milagros, este nos siga pareciendo un extraño, esa se le dejaremos a los que tienen AVE, que tampoco es cuestión de acapararlas todas, y por otro lado mantendríamos intacto ese tópico de la excelente generosidad de los murcianos, y es que no podemos ser mas buenos…

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