Hubo un tiempo, y no muy lejano, que aunque parezca mentira, no existía ni la XBOX, ni laWii ni por supuesto la Play, eran tiempos en que una de las mejores diversiones de los jóvenes era acudir a los salones recreativos.
Estos salones contaban con las típicas maquinas de ping ball cada vez más relegadas ante la llegada de los primeros videojuegos al comienzo de los años 80, Pac-man, Space Invader, Asteroides, etc., pero el verdadero rey, para muchos de nosotros, era el futbolín.
España ha aportado poco al resto de la humanidad en cuestión de inventos pero ¡Que inventos! ; La bota, el porrón, el botijo, el autogiro, el submarino, el Chupachus, la fregona y por supuesto el futbolín, y nosotros haciendo patria sin saberlo, cuando jugábamos al futbolín.
Existían muchos modelos de futbolín pero el que más nos gustaba era el que teníamos por la zona de levante, futbolín de madera con jugadores de metal y con las piernas abiertas, a los otros no nos acostumbrábamos y es que para nosotros éste era el verdadero futbolín.
En aquella Murcia de principios de los 80, existían varios salones recreativos con unos magníficos futbolines, que yo recuerde contábamos con el salón Gran Vía en Alfonso X, la cafetería Maiquez, y el salón de recreativos Fontes en la plaza del mismo nombre junto al cine Salzillo, no cuento al Elektron porque nunca introdujo un futbolín en su salón.
Recuerdo quedar muchas tardes en el Fontes o en el Gran Vía con la pandilla antes de acudir a cualquier otro compromiso que tuviésemos esa tarde, eran nuestros lugares de reunión, y durante algunos años se convirtieron casi en nuestro segundo hogar, sobre todo el Fontes auténtico palacio del futbolín murciano con sus techos altos, sus cuatro futbolines en la parte final del mismo y lugar en el que de vez en cuando podíamos invitar a las amigas de la pandilla a vernos jugar. En esas partidas tenias que dar lo mejor de ti mismo, sacar todo lo que llevas dentro, a quien me recordara esto…, y tu más nervioso que nunca por aquello de tener un público al que agradar.
Como comprenderéis parte de nuestra paga semanal estaba dedicada a jugar al futbolín, un duro costaba la partida, pero como las partidas eran a cuatro jugadores, estos daban para mucho, pues no pagabas hasta la cuarta partida, nosotros no éramos del “quien pierde paga”, no hacía falta nos lo tomábamos tan en serio que era más importante ganar y así evitar las bromas y risas de tus contrincantes, que te tener que pagar de nuevo.
Muchas veces teníamos suerte, y el aparato de recoger el dinero se estropeaba y con solo tirar de él, salían las bolas, esas partidas gratis eran las mejores, y en ocasiones podíamos pasar horas en él, y si lo dejábamos eran porque nuestros brazos y manos ya no respondían a las órdenes de nuestro cerebro y es que no sería deporte, pero cansar, cansaba un rato.
Con el paso de los años algunos de estos locales cerraron, otros cambiaron su uso como el Fontes , y como si de un matrimonio se tratase se fue produciendo el divorcio, las tragaperras fueron ganando terreno y nosotros fuimos cambiábamos nuestros gustos hasta que un día observamos que ya no quedaba ni un solo futbolín y no volvimos.
Esta entrada está dedicada a Alejandro Finisterre inventor del futbolín y a todos aquellos amigos que sufrieron, mis numerosas victorias y la maestría de mi buen juego, esperando que no me sigan guardando rencor todavía.
Foto: Alejandro Finisterre inventor del futbolín.
5 comentarios:
Amigo Rick:
Su acertado artículo tiene un pequeño error, justo al final del mismo. Que yo recuerde, usted jamás tuvo “numerosas victorias”, ni “maestría” en su juego, y las únicas personas que le pueden tener rencor a estas alturas de la vida son precisamente aquellos que jugaron de pareja con usted.
¿Y quién soy yo para afirmar tal cosa?: ni más ni menos que el maestro del futbolín, el soberano del pac man, el emperador del mus, el genio del Asteroids, aquel a quién usted y muchos como usted esperaban como agua de mayo en el Yes, para que les subiera las partidas de la máquina del pinball –de bolas o petaco-, hasta el infinito…, ya sabe quién soy, seguro.
Por último, finalizar diciéndole que lamento que su entrada esté dedicada únicamente a D. Alejandro Finisterre, ya que si bien él fue el inventor del futbolín, todos sabemos quién le dio fama mundial…y en quién estaba usted pensando cuando lo escribió.
Un abrazo muy fuerte desde mi tienda de campaña en Kart Hadash.
Mi estimado y muy apreciado Romano-Sammita, tu exilio romano por el puerto de Cartago ha debido de afectarte a la memoria, no jugabas mal al futbolín, pero has de reconocer que yo te enseñé muchas de las técnicas en las que se basaba tu juego.
Mi portero goleador, mi defensa atacante, la media presionarte y mi delantera letal, formaba un conjunto difícil de igualar.
A pesar de todo he de reconocer con el tiempo tu tampoco lo hacías mal.
En cuanto a tu habilidad para los recreativos, ping ball , Pc man , etc., no la voy a discutir, es cierto, pero otra cosa distinta es cuando me hablas del mus, te volveré a recordar que aquí el único emperedor que ha habido es un servidor, y tu, otro aprendiz, ¿Has olvidado quién ganó el torneo de la Facultad o quién fue segundo en el de la playa?
Para finalizar, me agrada que sigas manteniendo tu habilidad para ensalzar la calidad de tu juego en el futbolín, hay ciertas cosas que aunque pasen los años no deben cambiar, como entonces, tu hablabas mucho pero al final quien ganaba era yo.
Tu tambíen recibe un abrazo muy fuerte de tu antiguo profesor de futbolin y de mus.
Que lástima Romano-Samnita que no te acuerdes de tu pasado huertano. En fin, la vida da muchas vueltas. Solo jugabas algo bien a las máquinas de bolas. En cuanto al mus...., pufffffff, muy triste Romano, muy triste...... Rick, lo siento, tampoco era lo tuyo...
Casi de acuerdo conigo en todo parajote menos en lo del mus.
El mus es un tema que ya tendremos ocasión de comentar detenidamente y poner a cada uno en su sitio, pero tiempo al tiempo....
Paparajote: No sé quién es…y tampoco tiene importancia. Usted tampoco sabe quien soy yo, sus palabras lo delatan. Paso de las críticas a mi tremenda habilidad musística, a mi saber enciclopédico en el tema, a mi reconocido prestigio mundial en ese mundo. Descarto contestarle porque dudo que haya jugado usted conmigo: no afirmaría lo que afirma, como lo hace. Al amigo Rick lo disculpo, es cosa de la edad el perder la memoria…
Lo que me duele, lo que me molesta –y no debería-, es su afirmación de que yo he olvidado mi pasado huertano. Yo no tengo pasado huertano, tengo presente huertano…aunque ya no haya huerta. Así lo pueden atestiguar los miles de habitantes de esta ciudad en la que habito. Pregunte usted aquí por el “murciano”, o por el de los “belmontes” en tierra de “asiáticos”. Soy un patriota huertano en tierras marinas, eso es lo que soy. Yo hago gala de mis raíces allá donde voy… Soy un soldado en el campo de batalla, siendo mis verdaderos enemigos los “generales de salón”, que desde su despacho/vivienda capitalino osan sentar cátedra.
Le invito a usted a que se baje al campo de batalla que yo vivo a diario: que se pasee por la preciosa calle Mayor, la calle del Carmen o el Parque Torres, que vea el impresionante Teatro Romano o el no menos fantástico Museo Nacional de Arqueología Submarina. Que se haga Californio o Marrajo, en unas fiestas declaradas de Interés Turístico Internacional. Que, año tras año, participe en la toma de Kart Hadast, después de haber pasado un verano entre La Mar de Músicas y el Festival de Teatro del Mar. Y podría seguir…, pero prefiero que venga, que vengáis.
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